F Basta de mordazas - Carlos Sánchez Viamonte

Basta de mordazas

de Graciela Bucci–Teresa Palazzo Conti
(Enigma Editores, Buenos Aires, 2017,148 páginas)



El libro, como se anuncia en la tapa, es una denuncia contra el maltrato a la mujer y a la niñez, pero sin adquirir esta condena una alusión política ni un intento de tesis psicológica o social. Las autoras encararon el trabajo desde la narrativa y la poesía. En tal sentido resultan muy ilustrativos el prólogo de la escritora Josefina Leyva y la contratapa del Licenciado José Bilbao Richter.

Graciela Bucci en sus poemas se lamenta por la triste condición de los niños asesinados en las guerras (“un mordaz lecho blanco/ no debiera ser depósito de huesos impúberes”) y la indignación ante la violencia que sufre reiteradamente la mujer. Hace hincapié asimismo en el desgarro y la desolación que ella padece cuando es vejada.

Los cuentos siguen la misma línea expresiva. Así, «Sinfonía desde la vereda» pinta sutilmente la evocación de la protagonista sobre la casa de la infancia, en la cual su familia se nutrió de perversiones. «Muy en el fondo» refiere el caso de una mujer agredida y abusada que termina convirtiéndose en violenta. Bucci critica también en «Los ciegos» la indiferencia hacia los desposeídos que adoptan los que no sufren privaciones. Excelente prosa se exhibe en «Verde y púrpura», muy trabajada, rica en alusiones que evitan que la narración se vuelva explícita. «In memoriam» señala la enferma complicidad de la víctima. En «Reina madre» describe cómo se instalan relaciones patológicas en un hogar cuando la madre es autoritaria y castradora (“Hoy vivimos las dos en este caserón palpitante de sombras, con el peso de los secretos, de las intrigas encubiertas, de las complicidades que buscaron amparo en un silencio culpable.”) El rechazo social a los diferentes matices que adopta la sexualidad aparece en «Sin diagnóstico», en el cual predomina lo no dicho, lo meramente aludido. «Silencio” expone los actos malvados a que puede llegar la opresión laboral. En «Una obra de bien» predomina el horror, pero la narración se encarga de que los actos aberrantes y malvados no se expliquen, que el propio lector los deduzca. Una condena a la institución del manicomio se manifiesta en «Liberación». A su vez, «La compañía» se destaca por su impecable escritura. «Más sana que nunca» sostiene que detrás de la violencia verbal y psicológica contra la mujer anidan tanto una incapacidad de amar como una frustración personal por parte del verdugo.

Los poemas de Teresa Palazzo Conti son a la vez tajantes y simbólicos, como si concibiera la versificación a través de de impulsos patéticos que conducen hacia la escritura automática (“En el libro de la escuela,/ una hoja filosa ha manchado/ el pan de la mañana.”) Sus poesías se erigen en un clamor desesperado, aunque dando lugar a bellas combinaciones de palabras (“Pestañea la vida/ en las invitaciones del abismo./ Cae la noche en las vertientes de una lluvia incesante.”) (“Esta fuga en la oscuridad/ es un viaje de ida/ que se inventa las lunas más claras y perfectas.”) Apela a los colores y a lo sensorial para designar emociones (“…el olor del tiempo/ en el mar se consume.”), y señala el suicidio como la solución fatal que puede llegar a adoptar la atormentada víctima.

Su narrativa se refiere a casos concretos y típicos, como en «La clase de inglés», en el cual una niña de alrededor de nueve años se somete, indefensa, al acoso de su profesor y de un tío. Y lo más doloroso es verificar las consecuencias trágicas que tal circunstancia le ocasionó de adulta. «Los sin nombre» aborda la claustrofobia, el encierro y un leit motiv: la víctima termina por asesinar a su victimario. «La vecina» remata con la sorpresa de un espantoso homicidio. En «El camisón rojo» la protagonista, aunque gravemente enferma, inicia una nueva existencia acercándose a la libertad “…y a la alegría, de una verdad íntima.”

No obstante sus cargas de amargura, tanto Teresa Palazzo Conti como Graciela Bucci se muestran esperanzadas en que esta conducta bestial del maltrato desaparecerá para siempre.

Basta de mordazas concluye con comentarios de estudiosos de la problemática de la violencia (Dr. Gustavo Rubén D´Elía; Dr. Rubén Sebastián Melero –que también es poeta–; la Licenciada María del Carmen Napoli y un epílogo de la Jueza Patricia Barbado).

Graciela Bucci cuenta con varios libros de poesía y de cuentos y ha obtenido numerosos premios. Teresa Palazzo Conti es autora de ocho poemarios, habiendo recibido importantes reconocimientos. Ambas son argentinas.

Germán Cáceres

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