F Hedy Lamarr, la mujer que inventó el WiFi - Carlos Sánchez Viamonte

Hedy Lamarr, la mujer que inventó el WiFi

Más conocida por haber hecho el primer desnudo integral del cine, fue ingeniera, actriz, e inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas que se utilizan en la actualidad.



“Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida”, decía Hedy Lamarr, la ingeniera en telecomunicaciones precursora del wi fi, que sin embargo pasó a la historia por su belleza y por haber interpretado el primer orgasmo en el cine.

Tuvo una vida de heroína de película, que incluyó la huida de un marido controlador (luego tuvo cinco más), e hitos en la historia del cine, como haber hecho el primer desnudo integral en una película comercial.

Nació en Viena en 1941 con el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler. En la escuela detectaron que era una niña superdotada y más tarde se anotó en la carrera de ingeniería, aunque después de un tiempo quiso estudiar arte dramático y tuvo que convencer a sus padres para que le permitiesen inscribirse en una escuela de teatro.

La fama –y el escándalo– le llegó con la película Éxtasis, en la que protagonizó el primer desnudo integral de la historia del cine, y como si eso no fuera suficiente polémica, también registró el primer orgasmo femenino. Después del estreno en el Festival de Venecia, el cineasta italiano Michelangelo Antonioni, entonces un joven crítico de cine, escribió: “Aquella tarde, en el jardín del Hotel Excelsior, se oía la respiración de los espectadores atentísimos, se escuchaba un escalofrío que corría por la platea”.

Tildado de escándalo sexual, el film fue censurado y condenado incluso por el Vaticano. Los padres de Lamarr (todavía conocida como Hedwig Kiesler) se escandalizaron y entonces, para alejarla del cine, aceptaron la propuesta de casamiento que Fritz Mandl hiciera para su hija.

Mandl, a su vez, resulta todo un personaje. Por un lado dirigía la empresa de armas de su padre, que proveía de equipo bélico a los dos bandos de la Guerra Civil Española, y a Alemania que se rearmaba en secreto. Antes de que los nazis entraran a Viena y tomaran la empresa, el austríaco ya se había ido a la Costa Azul. Se dice que era amigo personal de Benito Mussolini, quien habría intercedido ante los nazis para llegar a un arreglo: a cambio de una cuantiosa suma de dinero, Mandl cedía el control de la fábrica. Más tarde se radicó un tiempo en Argentina –ya había venido antes a hacer negocios–, y compró una propiedad en la ciudad cordobesa de La Cumbre, hoy un hotel, pero sigue siendo conocida como “El castillo de Mandl”.

Y además, Mandl era un celoso enfermizo. Después de casarse, trató de conseguir –sin éxito– todas las copias de la película Éxtasis para que nadie más pudiera verla. Él la obligaba a acompañarlo en sus comidas y viajes de negocios para no dejarla sola. En su autobiografía, Lamarr cuenta que ella solo podía bañarse o desnudarse si él estaba al lado.

Señalada como “la mujer más bella de la historia del cine", Lamarr supo explotar su inteligencia al máximo. Muestras de ello, por un lado, su decisión de aprovechar el encierro para retomar sus estudios de ingeniería; por otro, forzada a asistir a las reuniones sociales a las que asistían los clientes de su marido, haber tenido la iniciativa de recopilar en ellas toda la información que pudo sobre la industria armamentística de la época. Años más tarde usó este material para idear la técnica de transmisión del espectro ensanchado, tecnología precursora del wifi.

Lamarr también usó su mente brillante para poder liberarse de su marido. Hay dos versiones de esta fuga, cinematográficas ambas: la versión más difundida establece que se escapó por la ventana del baño de un restaurante, mientras que en su autobiografía cuenta que le dio un somnífero a su asistenta personal y se escapó de su propia casa disfrazada como su empleada. Al parecer, unos meses antes, la había contratado por el parecido físico que había entre ellas.

De cualquier manera, Lamarr consiguió llegar hasta la estación de trenes y de ahí se fue a París, hasta donde la siguieron guardaespaldas de su marido. No obstante pudo escaparse también de ellos y llegar hasta Londres. Lamarr solo se había llevado unas joyas para disponer de efectivo y financiarse la huida. Y ahí emprendió el tramo final de su travesía al tomarse un transatlántico hacia Estados Unidos, país que sería su residencia definitiva.

En el barco también viajaba el empresario de la Metro Goldwyn Mayer (MGM) Louis B. Mayer, quien le ofreció volver a trabajar en cine. Aceptó la propuesta con la condición de que le permitiera cambiarse el nombre. Entonces Mayer convirtió a Hedwig Eva Maria Kiesler en Hedy Lamarr, inspirado en la actriz estadounidense Barbara La Marr, a quien admiraba.


Durante el viaje firmó un contrato con la MGM por siete años y una vez en Hollywood filmó película tras película, que la convirtió en una estrella en los años treinta.

Tras declararse la Segunda Guerra Mundial, Lamarr ofreció sus servicios al gobierno de Estados Unidos, ya que tenía la información que había recopilado de las reuniones de su ex marido con miembros del gobierno alemán e italiano.

A la vez, con sus conocimientos de ingeniería, se puso a trabajar en el desarrollo de tecnología militar sobre las señales de radio, que advirtió eran muy fáciles de interceptar. Así, junto a un amigo suyo, el compositor George Antheil, desarrolló el Spread Spectrum, un sistema secreto de comunicaciones inalámbricas inspirado en un principio musical. El mismo funcionaba con 88 frecuencias, la cantidad de teclas de un piano, y era capaz de hacer saltar las señales de transmisión entre las frecuencias. Al cambiar las frecuencias se dificultaba la detección de las señales por parte del enemigo.


En la patente del 11 de agosto de 1942, se lee "H.K. Markey et al.". Las iniciales H.K. son de Hedwig Kiesler (Hedy Lamarr); Markey era su apellido de casada de ese momento.

Esta tecnología se usó por primera vez en 1962, durante la llamada crisis de los misiles cubanos, hasta que en los años ochenta, con la irrupción masiva de la tecnología digital, la conmutación de frecuencias permitió implantar la comunicación de datos wifi.

En Austria, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre, día del nacimiento de Hedy Lamarr.

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